Una vez en el lugar las respuestas fueron inmediatas y nos encontramos con ejemplares super combativos que nos mantuvieron en jaque durante toda la mañana. Al mediodía regresamos para almorzar y volver nuevamente a la tarde, ahora sumando otra pescadora, Romina mi esposa.
Nuevamente nos estaban esperando, en este caso con marea en creciente, la sensación era que te arrancaban la caña de la mano y rompían todo lo que tenían a su alcance.
Romina con un hermoso Dorado.
Otro de los tantos que salieron, hubo de todos los tamaños, predominando los medianos (promedio 2 kg), con alguna sorpresa que osciló los 4 kg.
A lo largo del día fueron incontables los ataques que recibieron nuestros señuelos, fruto de esto fue que algunos quedaron como trofeos de guerra practicamente sin posibilidad de uso para una nueva salida.
Agradezco a Gustavo por acompañarme y mi flía por el aguante y cía.
Saludos a todos y Muy Felices Fiestas!!!